Comienza con suaves rotaciones del cuello y círculos de hombros. Estos movimientos ayudan a liberar tensiones y activar la parte superior de la espalda. Es una excelente forma de empezar, especialmente al levantarse o después de estar mucho tiempo sentado. No necesitas equipamiento ni mucho espacio. Dos o tres minutos son suficientes para notar alivio.

Estirar lentamente los brazos hacia arriba en combinación con una respiración profunda y tranquila favorece la oxigenación y abre el pecho. El ejercicio puede hacerse de pie o sentado. Asegúrate de respirar lenta y uniformemente. Tiene un efecto calmante sobre el sistema nervioso y despeja la mente. Ideal como una transición suave y estable al día.

Eleva ligeramente las rodillas alternadamente y siente cómo se activa el centro del cuerpo. Este movimiento mejora la coordinación y proporciona estabilidad. Puedes hacerlo de forma dinámica o lenta – ambas opciones son efectivas. Si lo necesitas, apóyate ligeramente para mantener el equilibrio. Dos minutos bastan para una buena activación.

Este movimiento lento pone en movimiento la columna vertebral. Al inclinarse hacia adelante y luego enderezarse lentamente, se estira suavemente la espalda. Asegúrate de respirar con control y no forzar el movimiento. Este ejercicio combina movilidad con atención consciente. Perfecto para cerrar tu mini rutina de forma consciente.